Publicado por primera vez en revista LeSVOZ #05, noviembre-diciembre de 1997, págs. 16 y 17
Este ensayo quiere explicar el significado del género y la construcción de nuestra identidad lésbica a través de una breve historia sobre el discurso del género.
El género significa la definición y la interpretación cultural de los sexos.
En 1949 Simone de Beauvoir inició la discusión sobre el género con el libro “El segundo sexo”. Su concepción de género era que los papeles sexuales, no son un producto natural, sino que es un complejo proceso individual y social. La frase “No se nace mujer, se llega a serlo” es la base de su teoría. Con esta noción de la construcción cultural de los papeles sexuales se ha abierto la posibilidad de comprender, desentraña y transformar las costumbres, las normas, las presiones sociales y los castigos en que son basadas las diferencias sexuales.
En los años setentas las feministas (académicas), adoptaron algunas ideas de Simone de Beauvoir en sus demandas políticas, por ejemplo, la demanda de que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres, y fueron la base de muchas discusiones feministas.
En las décadas de los ochentas y noventas se fundaron particularmente en los países anglosajones, institutos universitarios y han aumentado las investigaciones sobre los estudios del género, en México el Programa universitario de estudios de género (PUEG) de la UNAM, es uno de ellos.
Las primeras y principales investigaciones se realizaban dentro de la filosofía y antropología, pero con el tiempo dentro de otros estudios como la sociología, la política, la economía, la historia, etc., han aceptado la concepción de género en sus investigaciones y nociones. Algunas de las preguntas son ¿Cómo se forma la construcción de género?, ¿Cómo determina la diferencia sexual construida en la economía, la política, la sociedad, la religión, la diversidad sexual, el imperativo heterosexual, la justicia..?
Un modo de sostener la noción de género ha sido a través de las instituciones, que han formado autoridades como el matrimonio, la familia, la homofobia, el trabajo, la esfera doméstica, la justicia, el parentesco. Pero entre las instituciones no hay una coincidencia, sino existen diferencias en sus fines, ideas y prácticas.
“Ser lesbiana no sólo es una cuestión de la preferencia sexual”
Las dos bases de la diferencia sexual es la categorización en dos sexos, en dos géneros, la dicotomía, la binaridad, con fronteras entre los dos géneros, que son determinadas pero también cambiable y negociable y la segunda base es la jerarquización en un superior, el hombre y en un inferior, la mujer. La binaridad se atraviesa en todos los niveles y las nociones de la sociedad, por ejemplo cultura/naturaleza, prostituta/santa, el creador del mundo/la conservadora del mundo...
La construcción del género sirve para la diferenciación, dominación y subordinación entre hombres y mujeres. El proceso de la formación de los géneros es sutil, estratégico, repetido constantemente, productivo y reproductivo socialmente.
Un punto importante en la construcción del género es la política del cuerpo. Sobre el cuerpo existen nociones distintas.
Algunas feministas y teóricas, señalan que existe un sexo natural y el género. Para ellas el cuerpo es un lugar de las interpretaciones, reinterpretaciones y definiciones recibidas del complejo conjunto de la cultura. Según Simone de Beauvoir el cuerpo es una situación, que es formable, cambiable y redifinible.
Mientras que otras y otros, por ejemplo Michel Foucault definen al cuerpo sin un sexo natural. Según ellas y ellos el cuerpo es una masa indefinida que recibe sus definiciones, funciones e interpretaciones de la concepción corporal, que significa que el cuerpo depende en todos los niveles de la cultura. Pero un resultado de ambas teorías es que no es posible ver el cuerpo fuera de la cultura, de los tabúes, las sanciones y las prescripciones de la sociedad.
El cuerpo recibe las concepciones culturales, interpreta y reinterpreta, produce y reproduce aquellas. Las inscripciones es un acto diario y es nuestro desafío reconocerlas y entenderlas para reconstruir este mundo diferente, por el que hoy luchamos y construimos.
Un resultado de esas interpretaciones y reinterpretaciones es la identidad. La identidad depende por ejemplo de la situación histórica y reciente, las interpretaciones cultural, corporal y de la sexualidad. Las distintas identidades no son biológicas sino son resultado de un contexto político y personal, sea la identidad lésbica, heterosexual o alguna otra.
Ser lesbiana no sólo es una cuestión de la preferencia sexual, sino es una identidad propia con sus propias reglas, normas y posiciones en la sociedad. Todos estos procesos tienen una influencia en nuestra vida social como en nuestra sexualidad lésbica. No podemos ver nuestra sexualidad, sin ver la construcción del género.
Una propuesta para salir de las construcciones no es trascender las concepciones de género a las identidades inconformes, sino proliferar la diversidad y salir de las categorías. Hay que multiplicar los conceptos de género para que los modelos vigentes heterosexuales dejen de ser hegemónicos y aceptados como únicos.
También una forma de cambiar las construcciones es conocerlas y reconocerlas para eligir una propia identidad. Este es un reto cotidiano y un trabajo político y personal, que hay que practicar todos los días.
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