La mentira, 1979. Cartas desde la Zona de Guerra, Andrea Dworkin,
Traducción: Mireya Ramírez
Publicado originalmente en Letters from a war zone – Cartas desde la zona de guerra. Capitulo 1, Recuperemos la Noche.
Nota de la Editora a la presente traducción: 11) Contexto, la escritora y activista feminista radical Andrea Dworkin, nacida en Brooklyn NY, escribió Cartas desde la zona de guerra (campo de batalla), a finales de la década de los años 1970, como parte de una campaña por los derechos civiles de las mujeres en Estados Unidos, para intentar erradicar la pornografía y denunciar su uso como una forma de destrucción en contra de las mujeres y niñas. La mentira (The lie) es la primera carta del capítulo Take Back the Night - Recuperemos la noche, que acompañó una serie de marchas nocturnas realizadas en varias ciudades de los Estados Unidos, para reclamar el derecho de las mujeres a circular en las calles de noche sin el peligro de ser agredidas por los hombres, como lo explica la introducción al texto. Durante la mayor parte de la década de los 70’s y hasta mediados de los 80’s la famosa esquina de Times Square en el centro de Nueva York fue el foco central de prostitución y explotación sexual más grande en todo Estados Unidos y, gracias a la insistencia de organizaciones como Women Against Pornography (WAP) y sus activistas, que impulsaron un feminismo radical, la zona dejó de ser un prostíbulo a cielo abierto 24/7. La autora utiliza el término Zona de Guerra, como parte de la influencia de varias feministas que, en aquel momento entendieron que la guerra más antigua que prevalece en el mundo es aquella contra de las mujeres, y por tanto nuestra vida cotidiana, antes y ahora es un campo de batalla, sin fecha de expiración. La propuesta está profundamente vigente.
La mentira, se escribió como un discurso y se pronunció en un mitin el 20 de octubre de 1979 en Bryant Park, detrás de la hermosa y formal biblioteca pública principal de la ciudad de Nueva York. El parque solía estar dominado por traficantes de drogas. Este, con la biblioteca detrás, marca el límite del bajo Manhattan y Times Square, la que fuera capital del abuso sexual de la América industrializada. 5000 personas, en su mayoría mujeres, marcharon en Times Square en una manifestación organizada por Mujeres contra la pornografía (WAP), liderada por Susan Brownmiller, Gloria Steinem y Bella Abzug, entre otras. La Marcha comenzó en Columbus Circle (Glorieta de Colon) en la calle West 59, unas calles antes del área de Times Square, y la manifestación en Bryant Park (ahora famoso por sus pasarelas de moda) marcó su conclusión. Por primera vez, Times Square no pertenecía a los proxenetas; pertenecía a las mujeres --no a las mujeres heridas y explotadas con fines lucrativos-- sino a las mujeres orgullosas y triunfantes. La Marcha sirvió de aviso a los pornógrafos, que masas de mujeres podrían levantarse y detener las redes de trata de mujeres y niñas, que era la actividad normalizada en esas calles tan miserables. Las feministas tomaron el terreno, pero no lo mantuvieron.

Hay un mensaje básico para todos los tipos de pornografía, desde el fango que vemos a todo nuestro alrededor, hasta la pornografía con pedos-artísticos que los intelectuales llaman ‘erótica’, desde la pornografía infantil clandestina, hasta el ingenioso y brillante “entretenimiento” masculino en revistas (porno). El único mensaje que lleva la pornografía todo el tiempo es este: ella lo quiere; ella quiere ser golpeada; ella quiere ser forzada; ella quiere ser violada; ella quiere ser brutalizada; ella quiere ser lastimada. Esta es la premisa, el único principio de toda la pornografía. Ella quiere que le hagan estas cosas despreciables. A ella le gusta eso. Le gusta que la golpeen y le gusta que la lastimen y le gusta que la fuercen.
Mientras tanto, en todo el país, las mujeres y las niñas están siendo violadas, golpeadas, forzadas, brutalizadas y lastimadas.
La policía cree que ellas lo querían. La mayoría de las personas a su alrededor creen que lo querían. “¿Y qué hiciste para provocarlo?”, se le pregunta una y otra vez a la esposa maltratada cuando finalmente se atreve a pedir ayuda o protección.
“¿Te gustó?”, le pregunta la policía a la víctima de violación. “Admite que algo en ti lo deseaba”, insiste el psiquiatra. “Fue la energía que trasmitiste”, dice el gurú. Los hombres adultos afirman que sus propias hijas de ocho, diez o trece años los guiaron.

La creencia es que la mujer (hembra humana)22) En el original la autora utiliza “female”, que en español se traduce hembra o femenino, para esta traducción preferimos utilizar “mujer” que explica la sujeta a la que se refiere el texto. Entendemos perfecto el sentido crudo que explica la autora –nos tratan como animales, hembras–, y dejamos en claro que al traducir mujer, si se hace para diferenciarnos, dejando en claro que las hembras de los mamíferos, tampoco deben de ser tratadas bajo ninguna circunstancia de manera abusiva, como lo ejercen en su poder los machos de la raza humana, los hombres. quiere ser lastimada. La creencia es que a las mujeres les gusta que las fuercen. La prueba de que ella lo quiere, está en todas partes: en su forma de vestir; la forma en que camina; la forma en que habla; la forma en que se sienta; la forma en que se para; ella estaba afuera después del anochecer; invitó a un amigo a su casa; saludó a un vecino varón; ella abrió la puerta; miró a un hombre; un hombre le preguntó qué hora era y ella le dijo; se sentó en el regazo de su padre; le hizo una pregunta a su padre sobre sexo; se subió a un auto con un hombre; se subió a un auto con el padre de su mejor amiga o su tío o su maestro; ella coqueteaba; ella se casó; ella tuvo sexo una vez con un hombre y dijo que no la siguiente ocasión; ella no es virgen; ella habla con los hombres; ella habla con su padre; fue al cine sola; dio un paseo sola; fue de compras sola; ella sonrió; ella está sola en casa, dormida, el hombre irrumpe y, aun así, se hace la pregunta: “¿Te gustó? ¿Dejaste la ventana abierta esperando que alguien entrara? ¿Siempre duermes sin ropa? ¿Tuviste un orgasmo?”
Su cuerpo está magullado, está desgarrada y herida, y aún persiste la pregunta: ¿lo provocaste? ¿Te gustó? ¿Es esto lo que realmente quisiste todo el tiempo? ¿Es esto lo que estabas esperando y soñando? Sigues diciendo que no. Intenta probar que no. ¿Esos moretones? A las mujeres les gusta que las maltraten un poco. ¿Qué hiciste para guiarlo? ¿Cómo lo provocaste? ¿Te gustó?
Un novio o un marido o los padres de una o incluso a veces, una amante femenina creerá que ella podría haber luchado contra él –si realmente hubiera querido. Ella debe haberlo deseado realmente –si es que sucedió. ¿Qué era lo que ella quería? Quería la fuerza, las lesiones, el daño, el dolor, la humillación. ¿Por qué lo quería? Porque es mujer y las mujeres siempre lo provocan, siempre lo quieren, siempre les gusta
¿Y cómo saben todos aquellos cuya opinión importa que las mujeres quieren ser forzadas, lastimadas y brutalizadas? La pornografía lo dice. Durante siglos, los hombres han consumido pornografía en secreto: sí, los abogados y los legisladores y los médicos y los artistas y los escritores y los científicos y los teólogos y los filósofos. Y durante estos mismos siglos, las mujeres no han consumido pornografía y las mujeres no han sido abogadas, ni legisladoras, ni doctoras, ni artistas, ni escritoras, ni científicas, ni teólogas, ni filósofas.
Los hombres le creen a la pornografía, en la que las mujeres siempre “lo quieren”. Los hombres creen en la pornografía, donde las mujeres se resisten y dicen que no, pero solo para que los hombres las fuercen y usen cada vez más y más fuerza, más y más brutalidad. Hasta el día de hoy, los hombres creen en la pornografía y los hombres no creen en las mujeres que dicen que no.
Algunas personas dicen que la pornografía es solo fantasía. ¿Qué parte de eso es fantasía? Las mujeres son golpeadas y violadas y forzadas y azotadas y mantenidas cautivas. La violencia representada es cierta. Los actos de violencia representados en la pornografía son actos reales cometidos contra mujeres reales y niñas reales. La fantasía es que las mujeres quieren ser abusadas.

Y estamos aquí hoy para explicar con calma -gritando, exclamando, rugiendo, vociferando- que las mujeres no lo queremos, ni ayer, ni hoy, ni mañana. Nunca lo hemos querido y nunca lo querremos. La prostituta no quiere ser forzada y lastimada. El ama de casa no quiere ser forzada y lastimada. La lesbiana no quiere ser forzada y lastimada. La joven no quiere ser forzada y lastimada.
Debido a que, en todo el país, a diario miles de mujeres y niñas están siendo brutalizadas –y esto no es una fantasía–, cada día las mujeres y las niñas son violadas, golpeadas y forzadas –nunca volveremos a aceptar ninguna descripción de nosotras que tenga como su primer principio, su primera premisa, que queremos que se abuse de nosotras, que nos gusta que nos lastimen, que nos gusta que nos fuercen.
Por eso lucharemos contra la pornografía dondequiera que la encontremos; y lucharemos contra los que la justifican y los que la fabrican y los que la compran y la usan.
Y no se equivoquen: este movimiento contra la pornografía es un movimiento contra el silencio –el silencio de las verdaderas víctimas. Y este movimiento contra la pornografía es un movimiento a favor del discurso –el discurso de quienes han sido silenciados por la fuerza sexual, el discurso de las mujeres y las jóvenes.
Y nunca, nunca más seremos silenciadas.