Lluvia, por Alma Rosa González

Lluvia, por Alma Rosa González

Pensé que llovería, y llovió.

El leve aire húmedo comenzó a tomar fuerza y se convirtió en pequeñas gotas que comenzaron a caer sobre mis pestañas.

─ Es la lluvia de invierno ─decía insistentemente ella, con una sonrisa entre sus labios ─ Así es aquí, en la ciudad de México. Antes del frío, llovizna.

Yo correspondí a su sonrisa, con otra de espejo. “Lo sé”, pensé. Ser de provincia me permitía conocer los caprichos del clima. Pero era nuestra primera cita y no quise parecerle presumida.

─ ¿En serio? ─respondí, poniendo mi mejor cara de asombro; ésa que es mezcla de ingenuidad y curiosidad al mismo tiempo.

─ ¿No lo sabías? ─preguntó con sospecha, entrecerrando sus ojos con un leve ceño de su frente.

─ No, ni siquiera traje paraguas ─le contesté, refrendando con ello mi mentira blanca.

─ Pero yo sí. ─Sonrió satisfecha de su triunfo y su previsión oportuna ─ Y puedo compartirla contigo

Me dijo mientras me abrazaba para evitar que la lluvia nos mojara a ambas.

Me dejé abrazar y sentí su cuerpo cada vez más cercano al mío. Con una encantadora y misteriosa sonrisa me dijo: ¿Pero así estamos bien, verdad?

En silencio, agradecí el haber extraviado en el Metro mi paraguas…

Lo que sí podía era prever el clima de ese invierno que se avecinaba.

Paradójicamente, sería el más cálido que me tocaría vivir.